“Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en una vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.”
-Eduardo Galeano
Los menores de nuestro Centro están en un periodo crítico de su desarrollo evolutivo, la adolescencia, momento que supone enfrentar una gran cuestión, la cuestión acerca de su propia identidad.
Tal como estableciera Erikson (1968, 1971, 1972 citado en Zacarés, Iborra, Tomás y Serra, 2009) el reto final que supone esta etapa es, en síntesis, el de la consecución de la formación y consolidación de un sentido de identidad personal.
Así pues, durante este proceso el adolescente se va a ver obligado a reformular todos los conceptos respecto de sí mismo, sus padres, sus amigos, sus intereses, etc., que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida, en un esfuerzo por superar su parte infantil para ser capaz de proyectarse hacia la vida adulta; lo que se verá materializado en las siguientes características que distinguen este periodo (Aberastury y Knobel, 1971):
- Búsqueda de sí mismo y de la identidad
- Tendencia grupal
- Necesidad de intelectualizar y fantasear
- Crisis religiosas
- Desubicación temporal
- Evolución sexual manifiesta
- Actitud social reivindicatoria
- Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta
- Separación progresiva de los padres
- Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo
Es decir, que durante esta etapa los chavales se enfrentan a la cuestión acerca de la propia identidad, es un momento de reflexión y toma de decisiones, una época de diferenciación de los padres o adultos de referencia que da paso a una identificación con los iguales.
El adolescente empieza a preguntarse quién es, y para responder a esta pregunta se abre a la exploración de nuevas experiencias y sensaciones, rebelándose a los imperativos paternos. Ahora bien, para dar respuesta a la pregunta sobre uno mismo, el adolescente también hará cuenta de su experiencia vivida, y es en este punto en el que se ha centrado el taller.
Haciendo uso de una técnica psicoterapéutica bastante recurrida, se propone al grupo la realización de la línea de vida personal, de modo que hagan un repaso y reflexionen sobre los acontecimientos más importantes que han experimentado a lo largo de su vida. La realización de esta tarea permite hacer un repaso de la que ha sido su historia personal, dando una visión global sintetizada que puede aportar información muy útil a la hora de ir definiendo la propia identidad, al aportar, en una imagen, un resumen de los altibajos vividos, confrontando a la persona con aquellos puntos más significativos de su ciclo vital, de modo que ésta pueda hacer un juicio de valor y vea facilitada su toma de decisiones respecto a la dirección que quiere dar a su vida en adelante.
Para hacer la tarea más atractiva a los menores, se da a la misma un cariz más artístico. Se propuso la realización de la actividad sobre una cartulina grande y se ofreció material de trabajo de lo más diverso: témperas, ceras, recortes de revista, fotografías, narración, etc. Tras explicarles en qué consiste la línea de vida mostrándoles un ejemplo, se les dejó claro que tenían plena libertad de ejecución, de modo que pudieran expresar y proyectar cuanto quisieran. La decisión de darle este enfoque artístico al taller se tomó habida cuenta de la buena tasa de participación que han tenido otros talleres de esta índole en el Centro.
Nuestros chicos recibieron la actividad con buena predisposición, la mayoría de ellos no tuvieron dificultad para elegir los acontecimientos que querían plasmar. Sucedió que, algún menor, sobre todo de aquellos que han vivido situaciones duras y/o de maltrato, se entristeció al sentir que sólo tenía para contar situaciones negativas, tristes. En estos casos, se acompañó al menor en su sufrimiento y se les ayudó a conectar con momentos felices experimentados, de modo que tomaran conciencia de estos también.
Se les propuso que concluyeran el trabajo reflejando qué camino querían que tomara su vida de aquí en adelante a partir de lo que habían expuesto en su línea de vida; podían poner, según lo que habían visto de su historia, qué querían potenciar, qué querían cambiar, etc. El objetivo era que el trabajo terminara con una conclusión positiva, que movilizara sentimientos y deseos relativos a quién quieren ser, fomentando la reflexión personal.
Para finalizar el taller se pidió a los chavales que presentaran su trabajo a los compañeros, dejándoles claro que eran libres de compartir aquello con lo que se sintieran cómodos y reservarse para sí los aspectos más personales e íntimos. La razón de hacer estas puestas en común de los trabajos no es otra que la de ofrecerles un espacio para ellos donde, en un clima de plena aceptación, puedan hablar y ser escuchados. Así mismo, con estas dinámicas grupales nuestros chicos y chicas tienen la oportunidad de comprobar que hay otras personas con situaciones o sentimientos similares, se sienten más comprendidos, menos solos. Además, se educa en el respeto y en la aceptación incondicional, al tiempo que se normalizan las emociones.
El taller concluyó con una reflexión acerca de los altibajos que supone la vida, la cual nos regala momentos maravillosos y momentos que desearíamos borrar, para concluir poniendo de relieve la importancia de nuestra actitud para afrontarlos.
“Seguramente, cuando las cosas no salen como quisiéramos, es porque se nos está invitando a hacer nuevos descubrimientos. Cada día se estrena cada vida. ¡Y no nos la podemos perder!”
– Cuento “Así es la vida” de Ramírez y Ramírez –